Estamos vibrando, pero ¿a cuál frecuencia?

Yo soy Ingeniero Civil graduado de la UCR, y nuestra carrera es súper amplia como para ser tan ambiciosos de estudiarla en solo 5 años, por lo que me parece que de forma general sé un montón de cositas interesantes de un montón de temas que sirven para romper el hielo o escribir entradas a un blog. Uno de esos temas interesantes que una vez estudié y se me quedó muy grabado en la cabeza por su efecto, era la resonancia, que es un fenómeno que:

se produce cuando un cuerpo capaz de vibrar es sometido a la acción de una fuerza periódica, cuyo periodo de vibración se acerca al periodo de vibración característico de dicho cuerpo, en el cual, una fuerza relativamente pequeña aplicada de forma repetida hace que la amplitud del sistema oscilante se haga muy grande.

En español por favor”… es cuando la frecuencia de vibración de un cuerpo (todos los cuerpos vibran) sincroniza con la frecuencia de una fuerza periódica. El ejemplo más sencillo es cuándo unas copas re-suenan al estar moviendo un dedo por su borde a una determinada velocidad (frecuencia).

Pero este fenómeno realmente me impactó cuándo estudiábamos lo que le sucedió al puente de Tacoma en 1940, el cuál era un puente de 1800 m de largo, que un día se mecía como cualquier puente colgante, pero entró en resonancia con los vientos que hacían ese día, y el resultado fue un puente que se movía como una gelatina y terminó colapsando (tranquilos, las estructuras ahora se diseñan para evitar estos resultados).

¿Se imaginan haber estado ahí?

Desde que conocí bien este efecto, me di cuenta que así puede ser nuestra vida. Una serie de decisiones periódicas que nos pueden llevar a resonar algo muy hermoso como una armoniosa canción, o algo catastrófico como el colapso de un puente.

Yo creo que tenemos que evaluar nuestras acciones para ver si estamos vibrando en la frecuencia que queremos ver resonar a nuestro alrededor. Hoy por ejemplo, iba por la calle y ayudé a una familia a cambiar una llanta estallada, y todo bien con esto, fue una buena acción que tuvo un efecto positivo, pero que chiva que más bien pueda resonar este tipo de decisiones de forma periódica para generar efectos más amplios y tangibles.

“Blessings in the middle of caos” — Wesley Fonseca (2018)

Yo siento que en nuestra realidad, en nuestro universo, hay una canción que está sonando. Es una canción de amor, de justicia, gozo y paz. Esa es la imagen cuando pienso en Dios y en quién es Él. Pero siento que a veces estamos sonando a un ritmo diferente y ahí es donde no hay armonía. Cuando pienso en esa canción, creo que hay infinitas oportunidades para meternos en esa sinfonía. El tema acá no es preguntarnos cuál es la canción, sino preguntarnos si estamos en sintonía con esa melodía.

Que chiva que sonemos al unisono de esa canción celestial

Podemos vibrar con una sonrisa a la gente a nuestro alrededor. Podemos vibrar preguntándole el nombre a la señora que limpia en la oficina y conociendo su historia. Podemos vibrar reclamando las injusticias de nuestra sociedad. Podemos vibrar plantando árboles. Podemos vibrar perdonando. Podemos vibrar siendo humildes y aceptando nuestros errores. Podemos vibrar no usando más plástico de un solo uso. Podemos vibrar patrocinando la navidad de una familia…

¡Y que los cielos resuenen de alegría!
Que la alegría sea el ritmo de la tierra como el mar y todas sus criaturas rugen. — Salmo 96:11 (traducido de la versión The Voice)

Hay miles de maneras de vibrar. Pero son decisiones que tenemos que tomar si queremos ver esas frecuencias celestiales, idealistas y utópicas resonar con fuerza en nuestra cotidianidad.

-Charlie!