Hasta los 14 años, yo no sabía que tenía un problema de la vista. Vivía mi vida normal y tal cuál se suponía, hasta el día que por vacilar me fui a hacer un examen de la vista ¿el resultado? No podía ver de lejos como se suponía. Me diagnosticaron miopía.
Todavía recuerdo el día que me dieron mis primeros anteojos. Yo no podía creer la diferencia y lo que me estaba perdiendo. Fue como poder ver la realidad como se suponía por primera vez y claramente. Ya son 12 años de tener cuatro ojos.
Ahora, ver bien no quita el hecho que se podría ver mejor. Las personas cercanas que me conocen desde hace tiempo pueden dar fe que fui un practicante férreo de la técnica del “doble-anteojeo”, que consiste en utilizar los anteojos para ver por debajo o encima de unos anteojos de sol, tal como se puede visualizar en la siguiente gráfica:
El día que descubrí está técnica, entendí que podía ver claro pero que también podía ver fresco. Y esta semana estaba meditando en estás Crónicas de un miope, y pensé que esto podía aplicar a nuestras vidas.
Creo que muchas veces nos enfrentamos a situaciones que son puntos de quiebre en nuestra vida que nos llevan a ver la realidad tal y como es. Pueden ser eventos muy positivos que nos llevan a abrazar a nuestros seres queridos más cercanos, o pueden ser eventos muy desgarradores como el enfrentarnos contra una enfermedad degenerativa. Indiferentemente del caso, creo que eso es como que nos diagnostiquen miopía y nos den ese par de primeros anteojos. Nos llegamos a encontrar con la realidad y por fin la vemos bien definida.
Pero verla bien, no implica que no se pueda ver mejor. A veces necesitamos un filtro que nos lleve a ver las cosas más frescas. Y yo creo que ese filtro, esos anteojos de sol, es el agradecimiento. El agradecimiento como tal no borra ni niega mi realidad tal cuál es, pero me deja verla de forma diferente y de una forma más llevadera.
Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio. — Filipenses 4:8 (NVI)
No les miento, esta no ha sido mi mejor semana para nada, pero eso no implica que nada más voy a ser positivo y obviar lo que sucedió. No. Tampoco significa que me voy a ahogar en un vaso de agua exagerando la magnitud de las cosas. No. Tengo que reconocer todo lo que pasó y darle el peso que se merece, pero eso tampoco implica que no pueda estar agradecido por todo lo verdadero, respetable, justo, puro, amable y digno de admirar que sucede a mi alrededor.
Ya hoy por hoy no uso el doble anteojo. Ahora tengo anteojos de sol medicados, pero el efecto es el mismo. Es un choque de mi realidad como se ve con un filtro que me ayuda a ver mejor. Y les prometo que es de lo mejor que me ha pasado. La pregunta es ¿cuáles anteojos vamos a usar hoy?
-Charlie!