El futuro de las ciudades son lugares transitables, saludables y resilientes

Luego de pasar por una pandemia, nuestras ciudades probablemente serán repensadas, pero el rebote podría hacerlas más habitables, y esto es algo primordial si recordamos que nuestro futuro es urbano.

Incluso cuando ya comenzó a administrarse la vacuna contra el COVID-19, la pandemia sigue circulando por todo el mundo, y una gran parte de las ciudades enfrentan desafíos que no lo han hecho durante una generación: negocios cerrados (o casi cerrados), desempleo, y en latitudes más templadas, un clima frío que dificulta las actividades al aire libre, son parte de las variables que ejemplifican un sentimiento de vacío en los centros de muchas de las principales ciudades del planeta, y nos lleva a preguntarnos ¿Qué deparará el futuro? ¿Cuándo y cómo nos recuperaremos en nuestras ciudades?

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Es seguro decir que la pandemia acelerará en gran medida ciertas tendencias que ya están ocurriendo: las ciudades, en particular las superestrellas, debido a su escala y factores atractivos inherentes, pueden incluso crecer y fortalecerse del otro lado de la pandemia, incluso si ese crecimiento parece diferente de lo que pudo haber sido la trayectoria anterior. Para ello es determinante que continuemos construyendo más lugares habitables donde el comercio pueda prosperar y que al mismo tiempo las personas puedan trasladarse por medio de bicicletas, scooters y sus dos pies.

Nuestros vecindarios se han vuelto aún más importantes para la vida cotidiana durante la pandemia. Las tendencias anteriores al COVID-19 sobre el cierre de calles, los precios por congestión y el espacio dedicado para el ciclismo y la micromovilidad, apuntan en la dirección que solo creció en 2020.

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Hace poco más de un año en Estados Unidos se hizo el cierre de la 14th Street en Manhattan y del Market Street en San Francisco, lo que abrió espacio para las personas y fortalecieron la conversación sobre cómo podemos utilizar el espacio limitado que tenemos en nuestros lugares urbanos más densos para las personas, no para los automóviles. Inclusive en la ciudad de Nueva York, el anuncio del plan de precios a la congestión (congestion pricing) apuntó aún más en esta dirección. Estos dos casos son solo aplicaciones americanas a lo que otras contrapartes urbanas en el mundo ya estaban haciendo en lugares como Londres, Singapur y Copenhague.

El esfuerzo en cerrar calles no se limitó a NY o SF, sino también que fue emulado en Seattle, Oakland, Washington D.C. y Minneapolis para que los peatones tuvieran espacio para navegar en el nuevo entorno, que disfruten de la ciudad y, al mismo tiempo, abrir más espacios seguros al aire libre para el comercio y la comida. El resultado de estos cierres está comenzando a analizarse para poder evaluar cómo las personas están usando estos espacios recuperados en las ciudades y definir cómo se pueden continuar estos esfuerzos de planificación urbana en el futuro.

Tomando todo esto en cuenta es como debemos ser intencionales en considerar que el medio ambiente y la salud deben ser las prioridades alrededor de las cuales re-imaginamos y re-construimos nuestras ciudades. Es con esto en mente que muchas ciudades globales, incluida París. Melbourne, Detroit, Portland, Oregón y Ottawa están siguiendo el concepto la “Ciudad de 15 minutos”. La 15-minute City, es una urbe en la que vivienda, trabajo y servicios están a un radio de 15 minutos de las personas por lo que se que requiere más escuelas de vecindario, mejor acceso a alimentos, mejor y más acceso a viviendas, mejor accesibilidad para peatones, y sobretodo que se vea la densidad como algo más que simplemente agregar rascacielos, además de flexibilizar las regulaciones que se interponen en el camino de un diseño urbano creativo más enfocado en la comunidad. Tener todos estos servicios y la capacidad de navegar por ellos a pie o por medios alternativos de transporte, crea enormes implicaciones no solo para la forma en que nos movemos, sino también para dónde vivimos y cómo vivimos. El concepto de ciudades de 15 minutos nos da una oportunidad muy real de cambiar la forma en que están estructuradas nuestras ciudades. Como resultado, la densidad será necesariamente una prioridad y tiene un doble propósito, no solo es bueno para apoyar la ciudad de 15 minutos, sino también fomenta las conversaciones sobre viviendas asequibles y sostenibilidad.

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Lo más importante es que necesitamos modernizar y construir ciudades futuras con una resiliencia ambiental y de salud pública. El flujo de aire y la ventilación serán cada vez más importantes en el mundo del entorno construido. Como estamos en la era de la hiper-desinfección, la gente espera que los lugares que habitan y visitan sean más saludables y se preocupen más por la calidad del aire, y para lograr esto es muy necesario que tengamos edificios más saludables. Francamente, convencer al personal de que es seguro regresar a la oficina es uno de los mayores desafíos que enfrentan los empleadores; renovar el lugar de trabajo es una de las señales más claras de que el bienestar de los empleados es una prioridad máxima (por ejemplo, iluminación natural, mejor calidad del aire) y a través del diseño, las personas pueden distanciarse socialmente y estar más cerca de la naturaleza.

Cabe destacar que estos cambios, por muy necesarios que sean, plantearán el problema de las desigualdades ambientales. Las empresas que buscan no solo actualizar sus sistemas de aire acondicionado sino también introducir un diseño biofílico son aquellas organizaciones con el dinero extra para realizar la inversión inicial en estos servicios, y en su mayoría son empresas que emplean trabajadores administrativos. Las políticas inclusivas impulsadas por comunidades que históricamente han quedado fuera de las decisiones de formulación de políticas serán primordiales, para asegurarse de que quienes más han sufrido las injusticias climáticas en el pasado no queden fuera del futuro.

COVID-19 nos ha obligado a repensar la forma en que vivimos y debemos aprovechar este apetito por el cambio. La tecnología continuará dando forma y cambiando nuestras vidas en todas las ciudades con resultados bifurcados en la fuerza laboral y la vida cotidiana. Francamente, necesitamos un diseño de la ciudad más consciente de la salud ambiental intencionalmente para abordar no solo la realidad desgarradora de ahora, sino también los impactos mucho mayores que el cambio climático y los futuros eventos disruptivos seguirán teniendo en nuestras ciudades y en todos nosotros.

Carlos.

REFERENCIAS:

1. Investopedia. “Congestion Pricing”. https://www.investopedia.com/terms/c/congestion-pricing.asp
2. New York Times (2019). “Cars Were Banned on 14th Street. The Apocalypse Did Not Come.”. https://www.nytimes.com/2019/10/13/nyregion/14th-street-cars-banned.html
3. San Francisco Chronicle (2020). “No ‘carmageddon’ on auto-free Market Street. Study shows bikes and buses benefit”. https://www.sfchronicle.com/bayarea/article/Results-of-car-free-Market-Street-so-so-for-SF-15087210.php
4. Bloomberg (2020). “The 15-Minute City—No Cars Required—Is Urban Planning’s New Utopia”. https://www.bloomberg.com/news/features/2020-11-12/paris-s-15-minute-city-could-be-coming-to-an-urban-area-near-you
5. BBC (2020). “How ’15-minute cities’ will change the way we socialise”. https://www.bbc.com/worklife/article/20201214-how-15-minute-cities-will-change-the-way-we-socialise