Siempre he tenido la sensación que Dios me habla de formas muy extrañas y con muchas analogías a partir de cosas que veo en distintas circunstancias como programas de tele, algún dibujo, o inclusive como esta semana que sentí que me habló cuando me cortaba el pelo.
Llevaba como 3 meses de no poner tijeras sobre mi cabellera (eehhh) porque siempre se me olvidaba pedir la cita, pero esta semana Luis me abrió un espacio.
La rutina es sencilla:
- Luis: ¿Qué mae? ¿Qué hacemos hoy?
- Charlie: Lo de siempre.
- L: ¿Lo de siempre? ¿Corto a los lados con tijera?
- C: Lo de siempre.
Y luego de esa introducción, transicionamos a convertirnos en analistas del evento deportivo de moda (esta semana obvio hablamos del partidazo de Keylor Navas contra el Bayern Munich), o hablamos de música, o simplemente una actualización de nuestras vidas. El punto es que confío en que Luis va a lograr “lo de siempre”. En serio él es muy bueno (atiende aquí por cierto).
Pero esa confianza no siempre la tenía. Antes para mi, cortarme el pelo era un hábito que odiaba, porque siempre sentía que quedaba mal o feo. Era un proceso que siendo un adolescente me levantaba inseguridades por un par de días, hasta que un día entendí que solo era pelo y que iba a volver a crecer y ya. Si se veía feo hoy, en un par de días ya no iba a estar tan peor, y ya.
Esta semana, siento que Dios me recordó de esos momentos que me traían frustración y de esa verdad que me empezó a traer libertad. La vida es tan rápida que a veces no nos damos cuenta que estamos malgastándola pensando en algo que “solo es pelo”.
“¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será.
¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará,
pues nada hay nuevo debajo del sol.” Eclesiastés 1:9 (RVR)
Cuando era pequeño, tal vez lo que me traía frustración era la intriga de no ser elegido en la mejenga, o cuando crecí tal vez le ponía mucha cabeza a que color de ligas quería en los frenillos (casi siempre escogía azul o negro #emokid), o cuando estaba en la U mi estrés era saber si iba a llegar a graduarme algún día… No sé. Lo que sí sé, es que eso ya pasó y la vida continuó. Desde entonces me he cortado el pelo muchas veces, porque sigue creciendo.
Hoy en día veo esas situaciones que mencioné antes y más bien a veces me da hasta risa, y se cumple la siguiente ecuación:
Tragedia + Tiempo = Comedia
A lo que voy, es que esta semana cuando veía la montaña de cabello en el suelo pensé: “Eso es pelo de unos 3 – 4 meses, en estos meses he hecho esto y aquello, he ido acá y allá, ha pasado esto y lo otro, y acá sigo. Todo era solamente un poco de pelo que volverá a crecer”.
Claramente hay muchas cosas que son más que solo pelo. Hay enfermedades, pleitos, rupturas, trabajo, estrés, deudas… Pero, ya pasaran, y lo más importante es que el filtro que tengamos en nuestros ojos nos ayuden a darnos cuenta que lo que tenemos es el YA en el AQUÍ. El hoy dónde sea que estemos es el regalo y lo único que realmente tenemos. El resto es solo un poco de cabello que seguirá creciendo. No sé, a lo mejor la próxima vez que vea a Luis le voy a decir que me corté el pelo así:
O tal vez mejor no, pero de igual forma, ya crecerá.
-Charlie!