¿Qué somos?

La verdad es que siempre he sido muy comelón. Me acuerdo cuando tenía como 10–12 años y fui con mi Tío Fernan al estadio, y luego del partido (obviamente estábamos celebrando una victoria morada) recuerdo que fuimos a McDonald’s. Dos combos de Doble Big Mac. Yo me comí mi combo sin problemas y mi tío solamente se comió la mitad, y entonces Carlitos siempre siendo un team player hizo frente a terminarse la comida sin ni siquiera chistar. Y esta es una de las tantas hazañas de “Carlitos, el niño sin fondo”.

A lo largo del tiempo, he entendido que soy un flaco-gordo. Mi metabolismo siempre me ha ayudado a que haciendo un poco de ejercicio, podía comer desaforadamente. Lo que pasa es que cuando iba por ahí de la mitad de la U y eventualmente ya trabajando, ya no podía hacer la misma cantidad de ejercicio pero sí seguía comiendo como si no hubiera un mañana (y comiendo mal), y obviamente subí de peso. La U la empecé pesando como 70 kg, y el año pasado llegué a estar en 96 kg. Unos cuántos kilos de más.

Si bien soy bueno pa’l diente, no soy tan bueno pa’la cuchara. Mi plato gourmet es abrir una lata de atún y agregarle mayonesa, limón y galletas soda ¡un manjar!

Delicatessen (obvio cuando yo lo hago no se ve tan tuanis)

Y la verdad es que la gente me chinea mucho (a veces demasiado) en especial mis papás y mi novia, y hubo un momento en este año en que todos estaban fuera del país y yo me quedé solo con mi soledad y mi inhabilidad y pereza en la cocina. No les miento esos días (todos los días) mi dieta fue la siguiente:

  1. Desayuno: Pan, queso, jamón, pan.
  2. Almuerzo: <inserte Pollo Buenazo de Subway o similar acá>
  3. Cena: Pan, queso, jamón, jamón, queso y pan.

Cuando llevaba como una semana de estar así me cuestioné a mi mismo porqué razón yo no tenía ni idea de qué era lo que estaba metiéndole a mi cuerpo. Fue ahí cuando decidí buscar la ayuda de una nutricionista. Resumiendo los resultados, nada buenos: 94 kg de peso, y lo más preocupante un 24% de grasa corporal. Por dicha, Mariángel mi increíble nutricionista, me ha estado ayudando mucho y me ha estado enseñando a comer bien. Pero sin duda llegué a la básica conclusión de que:

SOMOS LO QUE CONSUMIMOS

Es algo muy obvio, pero la verdad yo no lo había entendido al 100%. No entendía porque comer mucha azúcar/grasa/carbohidrato podía ser algo no ideal que contribuía a mis altos niveles de grasa por ejemplo.

“Rica la carne” — Yo siempre comiendo hamburguesas

Y esto creo que se aplica muy bien para muchas otras áreas de nuestra vida. Somos lo que consumimos. Por ejemplo, si no alimento mi ser de amor, compasión, bondad, no podemos pretender tener esos resultados en nuestra vida. Hoy fui a mi segunda casa La Viña Escazú, y en la charla que Rodri compartió con nosotros (pueden escucharla acá) dijo lo siguiente que me impactó mucho:

“Nosotros, como dicen los gringos, “we leak” es decir goteamos, y si usted sabe que el vaso gotea, échele mucho al vaso” — Rodrigo Fournier

La pregunta es: ¿Qué le estamos echando al vaso? Si solo le metemos al vaso:

  • el drama de Luis Miguel en Netflix (que por cierto está muy buena la serie),
  • los berrinches de Jafet Soto,
  • las incontables tiroteos en el mundo,
  • el machismo infiltrado en nuestro status quo,
  • chismes de nuestros compañeros del brete,
  • comentarios de doble sentido, entre otras cosas,

Lo más probable es que, por más que nos cueste aceptarlo, lo que seremos es un montón de dramáticos, berrinchosos, violentos, machistas, chismosos y pachucos. Estoy siendo generalizador y un poco exagerado claramente, pero es para hacer el punto de que tenemos que consumir mucho más de otras cosas para no convertirnos poco a poco en algo que no queremos.

Quiero invitarlos a consumir más amor, más compasión, más justicia, más humildad, menos avaricia, menos codicia, menos celos, más gozo, menos contienda, más trabajo y esfuerzo, menos vagancia y oportunismo…

¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor:
Practicar la justicia,
 amar la misericordia,
 y humillarte ante tu Dios. — Miqueas 6:8 (NVI)

Llevo ya tres meses de estar en dieta y he bajado 3 kg y he reducido en un 3% mi grasa corporal, y es muy bueno y me falta mucho por avanzar. Pero también me gustaría en un par de meses empezar a ver distintos resultados en mi corazón y mi mente por cambiar mis “dietas” morales/éticas/espirituales. Quiero animarme a meterle más cosas por las cuáles sentirme más agradecido a mi vaso ¿se apuntan también?

No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. — Romanos 12:2 (NVI)

-Charlie!