Por un 2019 menos…

Llevo casi 8 semanas de no escribir. Ha sido raro porque sí he querido pero por una u otra razón no he podido (muchas veces me ganó la procastinación he de aceptarlo).

Sabiduría by Daria

A pesar de no haber vuelto a escribir desde entonces, eso no significa que mi mente (con su autocrítica y capacidad imaginativa) se haya detenido ni un solo momento. He querido escribir del: perdón, salud emocional, la necesidad de celebrar, navidad, minimalismo, el egoísmo, sueños, analogías de punk rock, analogías de bachata… y todo esto vendrá eventualmente. Lo que sí sucede es que desde hace mucho tiempo ha habido un tema que resuena en mi corazón y creo que este primer post de la temporada 2019 es una buena ocasión para hacerlo.

Ningún año mundialista es normal (gracias por nada Machillo), pero creo que hubo un evento que nos marcó mucho como sociedad más que ninguno otro: LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES. Luego de un proceso largo Carlos Alvarado se alzó con la victoria, y a pesar del resultado, considero que la mayoría estábamos algo contentos por que se haya acabado la bulla politiquera; pero a mí me dejó un sinsabor ver la radiografía nacional que se evidenció en este proceso electoral.

Vi como sociedad nos importó mucho más “cuidar” nuestro espacio de privilegio (sea cual sea) antes que buscar la convivencia y el bien común para todos. Vi como todo al fin y al cabo se trataba de una lucha de “yo” contra “usted”, “nosotrxs” contra “ellxs”. Me puso triste como reaccionábamos aireadxs por la primera noticia que saltara en nuestro feed de Facebook, Twitter o Instagram sin preguntarnos siquiera si era verdad o si habían fuentes que respaldaran la información.

Ugh

Pero ¿saben qué me molesta? Me molesta que durante las elecciones estuviéramos como país muy activos y presentes en cuál debate se nos presentara pero una vez que pasaron las elecciones, “vuelta en U” al sillón y a empezar a quejarnos por todo lo que “no tiene solución”. Pero ¿saben qué me molesta más? Me molesta en sobremanera los que pasamos de tener un voz campante en cualquier conversación en el medio que fuera (cara a cara, por mensajes, redes sociales…) a quedarnos callados y de brazos cruzados ante las atrocidades que pasan en nuestro día a día. Pero ¿saben qué me moleta aún más? Me molesta y saca de quicio aún más que este silencio e indiferencia pasiva-agresiva suceda con mi comunidad y familia cristiana.

¿¡POR QUÉ COMO CRISTIANOS NOS QUEDAMOS CALLADOS!? ¿¡POR QUÉ COMO CRISTIANOS NO HACEMOS NADA!?

¿Qué haría Jesús?

Me choca saber que tantxs cristianxs estuviéramos desgalilladxs en un eterno debate cargado de homofobia ante la comunidad LGTBI y estuviéramos dispuestxs a andar en marchas y mandar cadenas de mensajes con propaganda (no siempre certera), pero hoy callamos ante los femicidios que ocurren en nuestro país… ¿dónde estamos los cristianos clamando por un #NiUnaMenos? Me choca saber que abogábamos por unas “manos limpias” en nuestro gobierno, pero hoy no queremos involucrarnos en la discusión del plan fiscal, la mejora de recaudación de impuestos y la disminución de la evasión de la que muchos somos culpables. Me choca saber que nos ceñimos en campañas anti-aborto y nos declaramos pro-vida pero de una forma condicional porque desde el momento en que ese humano nazca será responsabilidad de alguien más, porque luego no hacemos por donde ayudar a niños en hospicios de huérfanos, o cómo ayudamos a gente a salir a de las calles y mejorar sus vidas, o cómo acompañar a abuelitxs en albergues abandonadxs hasta por sus propias familias. Y así hay más ejemplos. Esto no es un post para juzgar, no estoy en condiciones para estar en esa posición. Ojo como escribo, yo me incluyo en muchos de estos vicios y es por esto que creo que tengo la necesidad de escribir este post.

Ni una menos – Liniers

Hay una ONG llamada FUNDACIÓN ACCIÓN JOVEN (FAJ), que trabaja en zonas de riesgo social buscando erradicar la deserción escolar y muchos otros problemas. Hace unos (bastantes) años FAJ tenía uno de los mejores eslogan que he escuchado en mi vida y al día de hoy trato de recordarlo periódicamente: LA INDIFERENCIA ES AGRESIÓN.

Es la mejor foto que encontré dónde saliera el eslogan

Y a pesar que esta frase la tengo muy pegada en mi día a día (generalmente la uso para reclamar cuándo no me responden en Whatsapp), la verdad es que soy muy indiferente y ya no quiero hacerlo:

  • No quiero que pasen los días sin notar a mis compañeros de trabajo.
  • No quiero que pasen los días sin decirle a la gente que quiero lo que siento por ellxs.
  • No quiero ser indiferente a los problemas que pasan mis papás y hermanxs.
  • No quiero ignorar al piedrero que pide plata en la esquina sin hacerle saber que todo puede estar mejor.
  • No quiero seguir usando plástico como pajillas que no se reutilizan y solo contaminan.
  • No quiero emanar homofobia o machismo en mis comentarios y acciones.
  • No quiero ser indiferente a las cosas que suceden a mi alrededor. No quiero seguir agrediendo así.

Quiero ser como Jesús. Él sí que no fue indiferente. Se me viene a la cabeza la historia cuando se encuentran a la mujer adúltera y la gente la está juzgando y la quieren castigar (o sea matar). Jesús no era un mae pro-adulterio, y a pesar de esto derramó gracia con esa hermosa frase que decía:

“Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.” — Juan 8:7 (NVI)

Yo quiero eso: involucrarme y buscar soluciones. Claramente es más fácil tirar piedras y condenar a los que no son como yo; pero la gracia puede cubrir multitud de faltas y traer nuevos propósitos.

Este 2019 quiero un año MENOS INDIFERENTE. Quiero que mi corazón, mente y fuerzas estén enfocadas en amar a Dios y al prójimo cuidando lo que tengo ya y acá.

El justo se ocupa de la causa del desvalido;
 el malvado ni sabe de qué se trata. — Proverbios 29:7 (NVI)

No quiero pecar de ignorante, de manera tal que eso me lleve a ser indiferente a los problemas que yo, mis amigos cercanos, mi familia, mi comunidad, mi país y mi planeta enfrentamos y tenemos que superar. Quiero estar atento a la causa de los desvalidos y buscar la justicia, amar la misericordia y practicar la humildad.

Hace unos días estaba de paseo con mis primos, y fuimos a un lugar chivísima a ver el atardecer. Mientras contemplábamos la majestuosidad del paisaje, Edwin nos tomó algunas muy buenas fotos:

Pero hubo una fotografía (la que sigue) que me llamó poderosamente la atención y me puso a reflexionar sobre cómo el futuro / los problemas / los retos por delante pueden verse abrumadores, pero con Dios, Jesús, familia y amigxs al lado se puede enfrentar lo que se venga, compartir las pruebas y celebrar las victorias juntos.

Juntos podemos enfrentar lo que se venga y perseguir esa luz de esperanza

Ojo que este no es un post político. Es una crítica / invitación a como sociedad para dejar nuestros pequeños tronos desde dónde nos es fácil tirar piedras, y más bien convertir la indiferencia en acción. Espero que se sienten tan incómodxs como yo.

Vamos por este 2019.

-Charlie!